lunes, 11 de abril de 2011

VIVIR CON ALEGRIA!!!

INÉDITO MENSAJE DEL PARROCO EMÉRITO DE CAÁ CATÍ. Otra entrega para meditar en el año de la VIDA.


La esperanza y alegría se corresponden.
“alégrense en la esperanza” (Rom. 12,12), aconseja la Biblia.
Es muy saludable mantener la alegría en el corazón, vivir en paz consigo mismo y con los demás.
Las grandes cosas en la vida se consiguen con alegría, con entusiasmo y con fe en Dios. Por eso, la oración tiene su lugar y su importancia en la vida:
porque se vive como se ora,
y se ora como se vive.
La alegría de vivir, y vivir con alegría, a pesar de todo, no sólo es posible, sino también necesaria para superar el desánimo, la tristeza, la nostalgia y la depresión. Estas vivencias negativas estarán siempre salpicando nuestra alma con amargura y dolor. No hay que dejarse dominar ni agobiar por sentimientos negativos, a pesar de que algunos acontecimientos de la vida nos golpean, nos sacuden y nos voltean.
Se trata de tener una actitud de vida; de mentalizarse que es posible, siempre y cuando tengamos la intención recta de vivir bien y hacer el bien a los demás,  y no desear nunca el mal a nadie.
Es obvio que no es posible vivir con alegría y en paz, si se cultivan sentimientos de odio, rencores, broncas, peleas, enfrentamientos y violencias.
La convivencia pacífica, el amor servicial al prójimo y la solidaridad ayudan, y mucho, a vivir con alegría.
La contemplación de las cosas lindas en el medio en que vivimos también ayuda a vivir con alegría: el paisaje, las flores, las plantas, las aves… los niños que juegan despreocupados de los problemas de los mayores; la sonrisa y el buen humor de algunas personas que no están contaminadas; el juego, la música, las distracciones sanas y compartir la comida con amigos… y también algo raro y difícil: que los vecinos vivan y convivan en paz, que los hogares tengan paz y unión…
Vivir con alegría es también estar agradecidos con la vida… ¡gracias a la vida que me ha dado tanto!
Decía Amado Nervo: “Cuando ya está cerca mi ocaso, yo te bendigo, VIDA, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena innecesaria; porque veo al final de mi largo camino, que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje miel o hiel de las cosas fue porque en ellas puse hiel o miel sabrosa, cuando sembré rosales, coseché siempre rosas.
Amé y fui amado.
El sol acarició mi faz.
¡VIDA, nada me debes!
¡VIDA, gracias, estamos en paz!”

P. HECTOR SENA
CAA CATI, CORRIENTES, ABRIL 2011: “EL AÑO DE LA VIDA”