El 17
será recordado por ser una cálida jornada de agosto. Alta temperatura y
un fuerte y constante viento norte caracterizó la jornada. Otra vez se
generaron varios focos de incendio en cercanías a la ciudad. Todo comenzado por
personas anónimas bajo la irresponsabilidad y el poco respeto por los bienes
ajenos. Bomberos fueron requeridos por vecinos que sufrieron las consecuencias del
fuego o por la desesperación al ver sus propiedades en peligro.
Detrás del Riacho uno, en Capillita otro y
un tercero en Paso Gallego. Allí fuimos para graficar la tarea del personal de
Bomberos Voluntarios de Caá Catí. Muchas horas de trabajo, arriesgando sus
integridades físicas, pelearon al fuego cuerpo a cuerpo. De a rato bronca, a
veces impotencia, pero nunca dándose por vencido, soportando sed, hambre,
cansancio no pararon hasta casi caer la lluvia aliviadora de la madrugada.
Más allá del degaste físico, también en
cada siniestro evitable hay degaste de vehículos y todo accesorio que manejan.
Pero también, a veces, son incalculables las pérdidas de los vecinos que se
transforman en víctimas de la irresponsabilidad de otros. Es el caso de
“Chiquilín” Esquivel, conocido productor apícola, que vio como se quemaban sus
colmenas, productos conseguidos en más de diez años de trabajo constante. Los
cajones estaban ubicados en un predio de Paso Gallego, pero el fuego originado
en el Paraje Rosadito, llegó rápido hasta casi la ruta 5 arrasando con todo a
su paso; hasta toparse con el trabajo de los bomberos.
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